Venía del cielo como aleteo
de minúsculas partículas
tras haber tropezado con
árboles cuyo sabor amargo
le apartó la mirada.
Era un perro silencioso
como tus muslos en invierno
cálido de piel teñida naranja
de la vendimia de mil nombres
engarzados a tu falda.
Texto e Imagen: Adolfo Marchena
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