Me dicen que apenas queda sitio
para procrear mi estirpe.
Que en el próximo oscurecer
llegará el más lúgubre de los silencios.
Y entonces me rebelo y tomo armas
de mi cuerpo y arrojo mi semilla
y contradigo las leyes
que asesinan mi libertad.
Y hago de mi estancia una hoguera
tan inmensa como el infierno
y me acostumbro al calor
de sus llamas que derriten.
Salgo descalzo, abrasado,
ennegrecido, mutilado,
con el único fin de regresar
a mi ciudad.
tEXTO e iMAGEN: aDOLFO mARCHENA
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