sábado, 24 de noviembre de 2007

LA MUÑECA NANCY


En la pretensión de perderme
en ti y que el hilo de Ariadna
me llene me sacie de ti en toda
la extensión de un continente
sumergido hacia ese vendaval
de todas tus ilusiones he encontrado
el mármol que sostiene las columnas
de mi memoria.
Y a través de los miles de espejos
que forjan el interior de la vetusta
roca anclaje carne piel heridas
cicatrices todo el continente
de tu cuerpo he descubierto
que antes que ir tenía que volver
de esa manera regresar como una Itaca
a tu palabra a esa canción que escuchas.
Dejar que quitaras a Tete Monteliu
y su solo de piano para enroscarte
en mi pierna con tu música insomne.
Y ya en el sofá fumando un cigarrillo
te conté mi última idea y sonreíste
se me hizo el mundo tan callado
que la muerte parecía un juguete destrozado.
Te dije que se me apetecía ponerme
un vestido negro, muy corto,
y zapatos rojos y medias negras
plantarme en un escaparate
con un cartel: nancy pantera.
Y una niña entraba y me compraba
y en su cuarto me sentaba junto a su
colección inmensa de nancys.
Su madre ya en casa al verme le preguntaba;
está bien, está bien, le decía,
pero bañarla, la baño yo, es demasiado
grande para ti, es una nancy muy grande,
yo, yo la baño.
Y entonces, pensé en Darwin.
Tú no parabas de reír. Darwin, repetías.
Y la isla de las especies.


Texto e imagen: Adolfo Marchena

domingo, 18 de noviembre de 2007

LA PORTADORA

Sobre el viejo merendero
construyeron una casa de oración.
Allí sólo conseguí entrever cierta vez
una mujer en hábito
trepando a un árbol.
El silencio era de una rotundidad sísmica,
no se habría oído
ni un silbido del pulmón de mi abuelo,
acaso apenas el traqueteo del perro a mi lado,
y en general,
se trataba de un territorio
donde el letargo del orden
se había instalado sin remedio,
la narcosis de las papeleras, los bancos
los accesorios diseñados
para el bienestar humano.
Tan diferente a aquel otro lugar
donde en cierta ocasión
bebí cerveza
y mastiqué las costillas del sol
mientras los árboles se burlaban
y percibía
su indulgencia
hacia mis rudezas de recién llegada,
y a la vez me sentía
virginalmente eufórica
sumisamente abrumada
por los zumbidos, los gruñidos,los cloqueos
de aquella nación pagana jocosa y retadora
y las embestidas de sus emisarios
chupadores, mordedores, inoculadores.
De manera que hoy,
cuando despierto caminando
en el jardín de la casa de oración,
todos los cuellos humanos crujen
y los perros domésticos huyen
al paso de este voluminoso vientre
y sus carcajadas de parto,
porque llevo dentro tu semilla, hermano
y el alumbramiento, lo huelo,
se halla cerca,
buscaré un agujero afable
y en un minuto
habrá placenta
y avalancha de osos riendo.


Imágenes: Adolfo Marchena
Texto: Soledad Tuebis


sábado, 10 de noviembre de 2007

LA SOLEDAD DE LA ESPECIE


Me guía Virgilio como a
Dante
por el infierno,
y no veo llamas,
ni los rostros me asustan,
ni me seducen los pecados,
pues yo lo he comprobado
en un simple por qué,
lo mismo que Dante,
la soledad de la especie.


Texto e imagen: Adolfo Marchena

domingo, 4 de noviembre de 2007

CUEVA DEL OSO



Puedo desarrollar la imaginación
Irme a una playa donde la arena
Te penetra y quiero penetrar en el mundo
De lo inconcebible, después de todo,
Hecatombes y bombas incendiarias.
Me acurruco en esa cueva
Que al principio parecía fría
Pero invoco esa imagen de tu pecho
Esa imagen de tu habla e hiberno,
No más remedio cuanto te piden
Lo que no tienes, lo que no posees.


Texto e imagen: Adolfo Marchena